Compartido por Santiago de Mendoza
audio canción | Alejandro Forero Boris Ríos Javier Morales Jorge Sepúlveda José Miguel Vega Juan David Castaño Juan Manuel Toro Marco Fajardo Samir Aldana | Colombia | Acordeón Batería Clarinete Contrabajo Guitarra Percusión Saxo TrombonPor Manuel Dueñas Para muchos, Primero mi tía es una de las columnas vertebrales sobre la que se sostiene la idea, a ratos endeble, del jazz colombiano. Los bogotanos son, cómo negarlo, la cara más discreta y distinta de la moneda del caos. Se les nota. Bajo una fuerte convicción conceptual, acuden a lo acústico como signo predilecto y extremo de expresión, riesgo y búsqueda. En las notas de Pingueria, su más reciente producción, sus integrantes se definen como una "banda de avant-garde tropical". Pero la definición, en ocasiones, se queda corta. La razón: se echa mano de fuentes tan diversas y disímiles a lo largo de las nueve piezas que componen el disco, que es difícil hablar sólo de una versión avant-garde de lo tropical. Más bien, se trata de un universo sonoro creado a través de momentos de audacia, de anarquía y, aunque parezca increíble, de tradición en dulce estado natural. Como es obvio, la elección acústica se justifica por la confección minuciosa y artesanal del sonido. El álbum es rico en texturas y colores, aún a pesar de sus momentos retorcidos, por la acertada inclusión de timbres típicos que vienen a complementar las posibilidades lanzadas de un cuarteto más o menos estándar. A diferencia de otros grupos, los de la tía Pingueria no dudan en proponer la caja vallenata, el acordeón y la marimba de chonta como instrumentos protagónicos, dolientes del parto creativo, asignándoles, renglón seguido, funciones inusuales como las de un solo o una atmósfera jazzera. Así pues, la misma marimba de chonta de "Jugarreta", un sabroso currulao, nos ofrece un solo dramático y emotivo en "Once soles", que es una aventurada exploración con visos de free. Del mismo modo, lo que fue un acordeón vallenatero en "Juanchito", una puya con injerto punk, pasa a ser una voz sombría y concomitante en "La Meca". Lo otro interesante de Pingueria es su vocación jazzística y experimental. La primera encierra y produce a la otra, la moldea y la fomenta. Porque Primero Mi Tía se sabe una banda experimental en el sentido responsable de lo experimental. Conocen el camino y a cada tanto lo varían visceralmente. O lo que es mejor: no confunden libertad con anarquía libertina. Pese a que fue publicado en mayo del año pasado, Pingueria es un disco de señales vigentes. Desarrolla y consolida los visos del homónimo Primero mi tía quinteto y, conforme a eso, establece nuevos retos. Nada distinto de lo que debe hacer un disco que pretenda sugerir cosas. Nada distinto de saber, además, que lo que se tiene es aún muy poco. A no dudarlo.